Vintage

Desde hace ya unos años venimos observando como el vintage ha sabido encontrar su lugar en el mundo de la moda. No sólo los diseñadores beben de sus fuentes, sino que también nosotros como consumidores tomamos referentes de antaño.

Ávidos por adoptar un aire como el que alguien desprendió o simplemente enamorados de algo que ya no se fabrica, el vintage ha ido llegando a todo “fashionista” que se precie.

En nuestros días los accesorios han asumido una importancia capital. Así pues, el acto de “coleccionar” pequeñas piezas de identidad ha ido en aumento. Hay publico que no viste de una determinada manera, pero utiliza pequeños complementos para diferenciarse.

Hace unos años un joven empresario británico, hijo de Linda Farrow , que en los años 70 creo su propia firma con su marido óptico, elaborando gafas bajo su nombre y otros grandes de la moda, se encontró un “gran Stock” de estas gafas originales de los años 60, 70 y 80 almacenadas y se le ocurrió montar una pequeña empresa de diseño con el nombre de las tiendas de su madre, Linda Farrow.

Su idea consiste en combinar diseños inspirados en el pasado pero fabricados con los medios del presente con gafas autenticas y nuevas de hace 20 o 30 años (a una media de 500 € el par), para frenar una demanda que desde el principio ha situado estas antiguallas en las portadas de las revistas de modas mas punteras.


Hoy la marca tiene 3 vertientes,

1.- Están las gafas autenticas de los años 60, 70 y 80 ochenta, que sólo distribuyen a las mejores tiendas del mundo en cantidades muy limitadas.

2.- Colaboran con marcas de moda produciendo algunas colecciones de diseñadores destacado. Una iniciativa en un mercado muy unificado ya que la mayoría de las gafas de las grandes firmas son licenciadas a unos pocos fabricantes (como Safilo, Luxotica y alguno mas).

3.- Propios Corners Linda Farrow Galery, modernos rincones en los mas exclusivos almacenes del mundo.


De esta forma, lo vintage se aúna con la modernidad y da como resultado unos modelos XXL, con mucha clase y, lo mejor de todo, distintos de lo habitual.

En el negocio de la distribución óptica no han existido las rebajas, y la moda ha ido cambiando lentamente, con lo cual el producto estaba disponible durante varias temporadas hasta que ya no se le podía dar salida, guardándolo entonces o deshaciéndose de él de algún modo, incluso algunos fabricantes lo recompraban a bajo precio a condición de que el cliente comprase un numero determinado de su nuevo producto.


Algunas tiendas de distribución de óptica, fueron con los años almacenando dicho producto llegando a tener un muy elevado número de piezas. Siguiendo una idea similar a la anteriormente descrita a pequeña escala hemos visto estos días un par de establecimientos de Madrid que intentan vender estas con diferentes perspectivas.

En uno de ellos, sin aportar otra cosa que piezas antiguas que tenían almacenadas (algunas de grandes marcas y otras no) y exponiéndolas de cualquier modo en unas vitrinas de Ikea y con un cartel que pone Vintage.



En otro, los modelos se exponían por un “profesional” en un espacio decorado mezclándolos con otros nuevos de alta gama y diseño que recuerdan y se inspiran en la misma época.

La diferencia en la forma de exponer un mismo producto nos hace valorarlo o devaluarlo y lo hace mutar de un saldo del rastro a un objeto exclusivo por el que se puede llegar a pagar una cantidad considerable.


Se podría comparar con ver una antigüedad en un rastro en medio de otros productos de chamarilero o verla expuesta en un anticuario selecto. El producto no solamente tienen que ser bueno, también tiene que parecerlo.


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